miércoles, 29 de octubre de 2008

INVERTIMOS PARA MEJORAR.


INVERTIMOS PARA MEJORAR…



Será el inversor quien decida si el beneficio económico obtenido y la amortización del capital invertido se ajustan a sus intereses, es decir, si sería superior al que podría obtener con la inversión de ese mismo capital en otros negocios, fondos, bolsa, etc. De forma aproximada la rentabilidad de la inversión en condiciones normales (precio de las perdices y volumen de ventas estable) estaría alrededor de un 15%, con recuperación de la misma en unos 10 años (un 9% en un plazo de 14 años en la hipótesis más desfavorable, que sería que aumentaran mucho los pagos ordinarios –piensos, agua, luz, sueldos...-y disminuyeran igualmente los cobros ordinarios -bajada del precio de las perdices puestas a la venta o disminución del volumen de ventas-). A tenor de los datos presentados quizás un economista sería el más idóneo para aconsejar sobre este punto, pero no cabe duda que desde el punto de vista estrictamente económico la viabilidad de la granja está asegurada.La Comercialización es el punto más subjetivo al igual que el más preocupante. Preocupante desde el punto de vista del que no conoce el mundo de la caza y no se mueve en su entorno, con lo que inquieta el como abrir canales de distribución de su producto. Desde luego lo ideal para asegurarse el éxito es plantear la granja para responder a una necesidad conocida, es decir, inversionistas que conozcan la demanda de perdices en varios cotos de una zona determinada (generalmente personas relacionadas incluso con el mundo de la caza).

Tantas más posibilidades de negocio habrá en zonas donde el número de cotos sea abundante,. A partir de aquí se trata de realizar una labor comercial, de ofertar nuestro producto a los cotos de la zona, de publicidad en foros cinegéticos, revistas del sector (de hecho solo hay que abrir una de estas publicaciones para encontrar anuncios de granjas). En definitiva es la misma secuencia de pasos que habría que realizar para establecer cualquier otro negocio.
La granja cinegética está sometida a una controversia constante. El incremento paulatino de la actividad de la caza en España, que surge como motor económico en el medio rural (fomentado por la incorporación de una demanda extranjera que viene a cazar “nuestras” inmejorables perdices en “nuestros” inigualables cotos) y el uso de prácticas agrícolas poco responsables con el medio ambiente, entre otras causas, implica el descenso de las poblaciones de perdiz roja silvestre, que no pueden renovarse de forma natural.

Ahora bien, en lo que no hay unanimidad es en la forma de atajar el problema. Por un lado los conservacionistas, ecologistas y algunas administraciones,sólo contemplan la recuperación de las poblaciones de perdiz roja desde su propia gestión, excluyendo totalmente la posibilidad de repoblación con perdiz de granja, aludiendo falta de pureza genética, transmisión de enfermedades, imposibilidad de criar en el campo etc. Por otro lado están perdicultores, que matizan o niegan las acusaciones vertidas contra “sus” perdices. Se pueden verter ríos de tinta al respecto y ya me gustaría que fuera tema de discusión, pero la realidad es que hoy en día hay un gran número de “cazadores” que sólo desean llegar al coto pagado y exhibir unas abultadas perchas. Y en el mismo orden, también algunos gestores de cotos ven en esto la posibilidad de aumentar sus ingresos atrayendo más cazadores, tentados por espacios repletos de perdices (que sin las de granja no serían tal).
Mi modesta opinión es que la granja cinegética tiene el futuro garantizado si el manejo de la misma se hace atendiendo a criterios que persigan el obtener un animal lo más parecido al silvestre. Por ello la granja debe ser diseñada de forma que acojan perdices de contrastada calidad genética (existen granjas de titularidad privada donde certifican este hecho –Como FAISA DOR-, con instalaciones que permitan el desarrollo de los animales sin estar sometidos ni a estrés, ni a masificaciones que provoquen la aparición de enfermedades; utilizar programas de alimentación que contemplen la adaptación a la dieta silvestre, etc. Ello conllevará la venta de un animal algo más caro, pero que persiga el contentar en lo posible a los sectores menos favorables, ofreciendo un animal de calidad que provoque los bellos lances cinegéticos que todo buen cazador busca en la reina de la caza menor.

Hoy en día me consta que ya existen algunas granjas como ésta de FAISA DOR, aunque bien es cierto que otras tantas están provocando mucho daño al sector, al intentar amortizar la inversión en el menor tiempo posible a costa de obtener “pajaritos” de dudosa calidad que reciben despreciadamente el calificativo de
Perdices de plastico…..